El movimiento constante, induce al cansancio.
Cansancio de solo verlo.
Cansancio de no entenderlo.
El movimiento, incomoda.
Y si no hubiera movimiento...?
Y si finalmente se estabilizara...?
Y si se congelara Heráclito...?
Quizás no lo podríamos soportar, ni siquiera como concepto.
Añoraríamos la áspera dinámica, que es también muy parecida al desorden de la vida misma.
Citado por la Dra. Esther Díaz:
Jorge Luis Borges, en “La doctrina de los ciclos”, lo expresa de esta manera: “Esa gradual desintegración de las fuerzas que componen el universo, es la entropía. Una vez alcanzado el máximo de entropía. Una vez igualadas las diversas temperaturas, una vez excluida (o compensada) toda acción de un cuerpo sobre otro, el mundo será un fortuito concurso de átomos. En el centro profundo de las estrellas, ese difícil y mortal equilibrio ha sido logrado. A fuerza de intercambios el universo entero lo alcanzará y estará tibio y muerto. La luz se va perdiendo en calor; el universo, minuto por minuto, se hace invisible. Se hace más liviano, también. Alguna vez, ya no será más que calor: calor equilibrado, inmóvil, igual. Entonces habrá muerto.” (Obras completas, Buenos Aires, Emece, 1989).