jueves, 26 de junio de 2008

El dogma de la educación pública

A proposito de esto de derribar dogmas, cito al profesor, Dr. Carlos Diego Córdoba, quien sostiene que todo concepto debe pasar por la prueba del ácido, para ver si subsiste y si estamos ante el oro de una buena idea.
La educación no es ajena a esos dogmas.

¿Hasta que punto es incuestionable la educación pública obligatoria?
O dicho de otra manera...¿es realmente educación pública la que tenemos?

Transcribo un muy buen artículo al respecto.


SEPARANDO ESCUELA Y ESTADO (tomado de http://www.atlas.org.ar/educacion/rodriguez_2.asp)
por Natalia Rodríguez


La idea de que la educación pública es uno de los grandes logros de nuestras sociedades y un elemento imprescindible para el desarrollo de un país es repetida hasta el hartazgo.
Es uno de esos típicos latiguillos de la opinión pública que han logrado instalarse con la fuerza de una verdad atemporal.
Pero una batería de argumentos separan con gran profundidad el prejuicio, la costumbre y el desconocimiento de la realidad, de los fundamentos éticos que justifican proclamar la separación de la educación y el Estado.
Esto último es lo que plantea Sheldon Richman en su libro Separando escuela y estado: cómo liberar a las familias norteamericanas editado por The Future of Freedom Foundation. La idea sustancial es -por supuesto- defender la libertad ("the issue is liberty" —la cuestión es la libertad, concluye el autor en el epílogo), aun a costa de enfrentar tarea tan ardua como la de desenmascarar uno de los mitos más comúnmente aceptados: el valor de la educación pública.
El arraigo que tiene la idea de que una de las tareas inseparables del estado es la organización de un sistema educativo es comparable con la identificación -ya superada- entre Estado y religión.
De acuerdo con Richman, igualmente importante es el rol que ha jugado la religión a lo largo de la historia y con igual criterio se ha juzgado que era algo "demasiado importante" como para dejarla librada a la esfera individual, sin que el gobierno intervenga en su promoción y administración. Sin dudas, este fue uno de los instrumentos más importantes (y lo es aún hoy) para ejercer un poder ilimitado desde el gobierno sobre el individuo.
En los países donde se ha practicado históricamente la libertad religiosa, han surgido diferentes iglesias sostenidas por sus propios seguidores, pero lejos ha estado la religión de desaparecer. La libertad ha demostrado no ser nociva sino fortalecedora.Antes podía ser impensable que el Estado no asumiera la "responsabilidad" de la vida espiritual de los individuos.
Hoy se pretende prejuiciosamente que una educación laica es sinónimo de educación neutra y buena para todos, libre de toda carga ideológica y valorativa. En vez de ver a la educación como una de las áreas en las que el poder estatal todavía tiene firmemente agarrados sus tentáculos e invade lo que concierne a los valores y a las necesidades de cada uno, se cree que el monopolio estatal en este rubro es directamente imprescindible.
Es importante destacar que el increíble poder que significa el control de la educación fue perfectamente entendido y utilizado por los regímenes más totalitarios de nuestro siglo. Tanto el comunismo como el nazismo aprovecharon este instrumento tan fabuloso en manos del Estado y lo manipularon en todas sus posibilidades para afianzar el control sobre la población.
En estos casos los valores e ideas inculcadas se destacaban especialmente por su violencia y barbarie. Esto nos lleva a preguntarnos sobre las posibilidades de control y de supresión de la libertad y la iniciativa individual que subyace al control de la educación por parte del Estado.En realidad la lógica pasa por la inversión del prejuicio: si la educación es algo tan importante para cada persona, entonces ¿cómo dejar que el Estado la monopolice? Si hay algo demostrado es que no hay mecanismo más eficiente que el mercado para proporcionar bienes y servicios. ¿Por qué sustraer a la educación a este mecanismo y entregarle semejante herramienta de dominio a gobernantes y burócratas?
Como señala Richman, a nadie se le ocurriría que la producción y distribución de comida dependiera del Estado.

El conservadorismo de siempre.


Un argumento muchas veces oido es que hay "contenidos mínimos" que todo el mundo debería saber. O que hay gente que si no es obligada prescindiría de una educación "apropiada".
Es -más allá de mostrarse a veces como una actitud "progre" a favor de las personas con menos recursos- la voz conservadora que se hace oír siempre que de obtener más libertad se trate.
El conocimiento compartimentado, rígido y coercitivo, tal como se imparte ahora, no es más que una muestra de que nunca un burócrata podrá diseñar un sistema acorde a los intereses y necesidades de todos y cada uno.
Y mientras las personas deban adaptarse al sistema, y no al revés, sólo se estará creando una ficción que necesitará ser adornada con más y más presupuestos inútiles y los resultados serán cada vez más magros. Y mientras el conocimiento avanza y se diversifica cada vez más, los alcances de esta educación mínima común serán cada vez más ridículos. Nadie puede saberlo todo, por lo cual es mejor que cada uno sepa mucho de algo (de lo que realmente le interesa).
¿Qué mente superior estableció acaso que la educación consiste en cursar 4 horas de matemática, 4 de castellano, 2 de química y 2 de artes plásticas por semana, por dar un ejemplo, o en estudiar 11 materias diferentes cada año? ¿Qué pasa con aquellos que tienen una vocación o inclinación por cierta área de conocimiento definida desde temprana edad? ¿Por qué torturar a un chico que siente un enorme atractivo por las matemáticas a tediosas horas de historia que sólo aportarán a su vida un mal recuerdo? ¿Y qué pasa con aquellos que no encuentran con tanta facilidad el objeto de su interés?
¿Es la mejor forma de estímulo la obligación o es que en cambio lo que atrapa nuestro deseo y nuestra avidez se descubre de forma más espontánea y con los estímulos apropiados? ¿No es aquello que nos interesa plenamente lo que nos induce a ampliar las fronteras de lo que conocemos y a indagar en lo que no conocemos? Hay un mito - cada vez más insostenible a medida que las áreas de conocimiento se diversifican- por el cual se considera que una persona es culta si sabe algo, digamos de historia, algo de geografía, uno o dos idiomas y entiende un poco de arte.
¿Qué pasa con el que sabe muchísimo de sistemas, algo sobre caballos y entiende sobre religión o náutica? La medida que en su oportunidad dispuso el gobierno de la provincia de Buenos Aires, bajando los niveles de exigencia mínimos para aprobar las materias -días después que los resultados de un examen de nivel de los aspirantes a ingresar a la carrera de Derecho en la Universidad de La Plata pusiera en ridículo a la educación pública- demuestra cómo los burócratas tapan con parches las fisuras de un sistema que es todo agua.
A su vez, en los ejemplos de la burocracia educativa norteamericana, que cita Richman en su libro, nos muestran que esto es una constante del sistema más allá de las latitudes.


Homeschooling: el mercado contrataca.




El Presidente de The Foundation for Economic Education (FEE), Donald J. Boudreaux, apuntaba en una reciente editorial de la revista The Freeman, el curioso fenómeno que se está dando en relación a la educación en los Estados Unidos. Se calcula que actualmente cerca de un millón de chicos son educados fuera del sistema oficial norteamericano. A esta práctica que reivindica la libertad de los padres de disponer la educación de sus hijos según los criterios que consideren más convenientes sin intervención alguna del Estado se la llama Homeschooling ("escolaridad en casa"). Cada vez más y más gente considera que es más beneficioso para sus hijos recibir enteramente su educación en casa o al menos a través de la organización de los propios padres, sin que el Estado establezca ninguna pauta o tipo de control en eso (Unschooling). Los norteamericanos están empezando a renegar de su sistema de educación oficial. ¿Pero qué significa esto, además de hablar muy mal de la educación y las escuelas norteamericanas en cuanto a la satisfacción de las expectativas de los padres? La conclusión de Boudreaux es interesantísima:
como ya había señalado Adam Smith, si hay algo que caracteriza a una sociedad y un mercado libre, es la creciente tendencia hacia la especialización y, con esto, el mejoramiento abismal en la calidad de los bienes y los servicios que se ofrecen y se consumen dentro de ese mercado.
Cuanto más desarrollada está la libertad de mercado, mayor cantidad de servicios serán prestados de manera especializada y estarán sujetos a mayores innovaciones y a su abaratamiento.
¿Qué nos está diciendo este enorme crecimiento de la "escolaridad en casa" en los Estados Unidos, considerando que en 1980 sólo abarcaba a aproximadamente 10.000 chicos?
Que en el terreno de la educación, cada vez más norteamericanos prefieren "hacerlo con sus propias manos" antes que confiar sus hijos a los supuestos especialistas en la materia. ¿Son tan malos los especialistas en educación?
Según Boudreaux simplemente no hay tales especialistas, gracias a la intervención estatal en todo lo relativo a la educación. Lo que sí existe, en cambio, es un grupo de especialistas en lobby político que procuran obtener más y más presupuesto y prerrogativas del Estado. Y si no, habrá que darse una vuelta por la Carpa Blanca Docente instalada en la Plaza del Congreso y ver para creer.La única forma de que surjan verdaderos especialistas en la materia es a través de la liberalización de la educación y así dejar que existan las condiciones para la innovación y los incentivos genuinos para emprender iniciativas orientadas a la educación.
De esta manera los especialistas se van a diferenciar de una manera notable de aquellos que no lo son y se podrá ahondar verdaderamente en los conocimientos con la consecuente multiplicación de opciones y adelantos. Ni más ni menos que en cualquier otra área del quehacer y el conocimiento donde la libertad reina. ¿Cuál es la posibilidad –ni hablar del estímulo- de producir estos adelantos ahora, con la existencia de millones de padres y alumnos como mercado cautivo?


¿Y los pobres?

Sheldon Richman demuestra que -como siempre- los más perjudicados en un sistema coercitivo que extrae recursos (impuestos) de la sociedad para sostener un sistema educativo altamente ineficiente, son los pobres. Ellos pagan un sistema que standariza para abajo y se ven forzados -no sólo por la obligatoriedad de la escolaridad, sino por falta de mayores recursos- a aceptar los colegios estatales para educar a sus hijos.
Si los recursos que son absorbidos por el estado para destinar a la educación fuesen retenidos por los ciudadanos, sin dudas ellos mismos se encargarían de proporcionar una buena educación a sus hijos y de crear asociaciones y organizaciones de todo tipo que satisficieran sus necesidades en esta materia, determinadas por ellos mismos.
El mercado se encargaría, mediante el estímulo de la competencia, de proporcionar infinidad de posibilidades, tal como lo hace con todos los demás bienes y servicios y más aun con aquellos considerados básicos -la comida, los medicamentos, la vestimenta, el transporte, la construcción-. Sin embargo siempre habrá quienes crean que en este campo es preferible una igualdad que nivele hacia abajo, antes que librar a cada uno a sus iniciativas e intereses y a su propia capacidad y creatividad para procurarse lo que cada uno considere mejor.
En el caso de los más ricos, si bien se ven sometidos a la injusticia de pagar por lo que no van a usar, gozan al menos de la posibilidad de enviar a sus hijos a instituciones privadas. Aunque es cierto que, dada la increíble cantidad de regulaciones a la que está sometida la enseñanza privada –sobre lo que más adelante nos extenderemos— las diferencias no son realmente significativas, ya que todo el sistema está teñido por una mediocridad standarizada que inhibe la creatividad propia del sector privado.
En el área donde tal vez sí se pueda señalar una diferencia clara entre ricos y pobres y que demuestra uno de los aspectos tal vez más superficiales de la falla de la educación pública es en cuanto al aprendizaje del idioma inglés. Se sabe que para aprender verdaderamente este idioma, que abre importantes puertas en el mercado laboral, hay que recurrir a la enseñanza privada. Nadie egresa de un colegio estatal con un nivel aceptable en este rubro tan evidentemente demandado.De todas maneras, esto es casi anecdótico, porque el punto central es otro: la educación está en crisis porque el sistema no funciona. Y el sistema no funciona porque está basado en la coerción. Y si hay un área donde la libertad es fundamental, ese es el campo de la enseñanza y del aprendizaje.


Las pruebas del monopolio: en la Argentina no existe la enseñanza privada.


Otro de los lugares comunes que se repiten en relación a la enseñanza es marcar la gran ventaja que tienen quienes pueden asistir a instituciones privadas y el supuesto desequilibrio que ampliaría la brecha entre ricos y pobres en caso de desregular la educación.
Es increíble cómo funciona a veces el marketing que, más allá de una realidad exasperantemente uniforme, trata de diferenciar colegios para promocionarlos. Es sorprendente cómo no se advierte que esa diferencia es meramente superficial y aparente.
La enseñanza privada en la Argentina está desde todo punto de vista intervenida y regulada por el estado y realmente si hay algo que no hay -gracias a esto- es innovación, diferenciación u originalidad.
Mucho menos libertad.Desde el horario (absurdamente militar) que deben cumplir todos los colegios de acuerdo a los turnos establecidos, hasta los programas de estudio y sus contenidos, las cargas horarias por materia, el período de recesión, las formas de evaluación, los métodos de enseñanza y la organización de los cursos (en todos los casos, sin excepción, por edades y no de acuerdo a capacidades e inclinaciones personales).
En cada una de las disposiciones queda clara una cosa: alumnos y padres no pueden ni deben elegir. No hay interés, ni voluntad ni responsabilidad individual -fundamentales para desenvolverse en la vida- a la hora de "educarse".Ni hablar de la posibilidad de que los chicos puedan elegir su formación de acuerdo a inclinaciones definidas.
¿Qué pasa con aquel que sabe a temprana edad que su vocación está en el arte? ¿O aquel que quiere dedicar su vida al deporte? ¿Y al que sólo le interesan las ciencias duras? Y el que no tiene definida su inclinación, ¿es la mejor forma para que la descubra obligarlo a transitar caminos que sabe que no le gustan?
¿No es mejor empezar por lo menos arduo, por aquello por lo que se siente al menos cierta curiosidad? ¿Y los padres no están en su legítimo derecho a decidir una u otra orientación para la educación de sus hijos? En cuanto al tan mentado "estímulo al docente", ¿qué clase de estímulo puede haber en un sistema hiper-regulado en el que no existe ningún tipo de competencia ni incentivo para superarse? Tal como ocurre en las Fuerzas Armadas, el corporativismo rabioso de los docentes argentinos ha logrado que todos sean "iguales".
El máximo de los méritos que un docente puede tener para acceder a una mayor remuneración es la antigüedad.
Uno puede ser un profesor genial, didáctico, atractivo, estimulante o creativo pero ganará exactamente lo mismo que aquel que no lo sea pero que –eso sí- tenga la misma cantidad de años frente a una clase aburriendo o "torturando alumnos". Hagamos la prueba con cualquier otra profesión o con cualquier otro bien o servicio: establezcamos precios máximos y precios mínimos, y vamos a ver qué pasa. Digámosle a los médicos que desde hoy empiezan a ganar todos lo mismo y veremos qué sucede con la medicina. O con la arquitectura, o con las empresas de fumigación, o con las editoriales...Nuevamente, el problema no está en una u otra parte del sistema, no hay una pieza que anda mal o una reforma que esté faltando. El problema está en su naturaleza misma y esto es lo último que sus beneficiarios –políticos y empleados públicos- van a admitir.
Libertad de educar.


Otra de las cosas que señala Richman en su libro, es que nadie podría predecir en realidad cuál sería el resultado específico de una liberación total de la educación. La multiplicidad de innovaciones e iniciativas que surgirían serían incontables y hasta inimaginables para nosotros hoy en día.La gente ha aprendido y ha transmitido conocimiento sobre millones de cosas durante cientos de años sin la intervención estatal.
Cómo lo haría hoy es un desafío a la imaginación y a la iniciativa del tipo de los que han llevado al hombre por un camino de creciente prosperidad a través de su historia. La competencia misma dejaría fuera a los charlatanes y a quienes proporcionaran un mal servicio. Habría escuelas religiosas, escuelas con fines de lucro, escuelas sin fines de lucro, seculares, independientes, empresariales, etc.
La gente finalmente elegirá de acuerdo a sus propios criterios, de la misma forma en que elige el culto al que pertenece o los valores que va a transmitir a sus hijos. Como Richman señala con una cita de Argenon Wells: "cómo enseñar, cómo mejorar a los chicos, son preguntas que necesitan de nuevas y avanzadas soluciones no más que cómo cultivar mejor el suelo, o cómo perfeccionar las manufacturas. Y estas mejoras no pueden darse en tanto la educación no sea libre y abierta a la competencia y a todos los estímulos que la libertad constantemente proporciona. Pero una vez que el conocimiento y las inquietudes son cerradas a estos vientos vigorizantes, ya sea por el monopolio o la subvención, o por la coerción o el paternalismo, el resultado seguro será el letargo y el estancamiento".

2 comentarios:

Carlos Diego Córdoba (PhD) dijo...

Muy bueno. El dogma pertenece a los tema de fe. La educación es básicamente empírica, unas veces la pública está en alza otra lo es la privada.
Además por privada que sea en nuestra provincias del cuarto mundo, no serán comparables con el primer mundo de la megalópolis de buenos aires.
La relatividad del tema se enfatiza con tu excelente análisis.

belenchus! dijo...

Interesante el comentario, me gustaria que ahondes en la educación santiagueña, la mala planificación y distribución de esta a través del interior, y otra cosa que me parecio interesantísima. En EEUU prefieren educar a sus hijos antes de mandarlos a los colegios forzados por el sistema educativo norteamericano, en santiago del estero muchos padres del interior, prefieren que trabajen en la casa en vez de la asistencia escolar.
Después de todo las cabritas son ajenas, pero hay que darles agua, podríamos ser capaces de ahondar en ese torbellino?

Me encanto el comentario corsario, saudades!